El sexo con robots es una parafilia que tiene un nombre muy feo: ASFRianismo. Los ASFRianos, también llamados "tecnosexuales" o "robófilos", sienten una irresistible atracción carnal por los androides. El extraño término fue acuñado por el acrónimo del newsgroup alt.sex.fetish.robots, lugar virtual de reunión de este singular colectivo.
A grandes rasgos, los ASFRianos pueden ser clasificados en dos grupos:
1) Los que desearían poseer uno o varios androides como esclavos sexuales o humanoides de compañía.
2) Los que se ponen a cien con la idea de transformar a su pareja o a sí mismos en robots añadiéndose, poco a poco, piezas electrónicas que sustituyan sus órganos.
Existen más tipos de tecnosexuales aún por clasificar, pero todos ellos tienen una cosa en común: sueñan con orgasmos eléctricos.
Dentro de 40 años, todos "robófilos"
A nadie le amarga un dulce y la idea de poseer robots humanoides para saciar las más retorcidas parafilias, sin límites, ni remordimientos, ni enfermedades venéreas resulta muy estimulante. Lástima que, según el experto en inteligencia artificial David Levy, autor del libro Love and sex with robots (The evolution of human-robots relationships), haya que esperar 40 años, más o menos, para poder hacer el amor con máquinas humanoides.
Dentro de cuatro décadas, presume Levy, no sólo habrá robots eróticos dotados de emociones y cuerpos como los nuestros, sino que se celebrarán bodas entre androides y humanos. Todo gracias a los vertiginosos avances que, día a día, se producen en materia de inteligencia artificial, imitación de emociones humanas y reproducción de músculos, pieles y movimientos.
Los "robots eróticos" acabarán con los habituales problemas de alcoba. Frases como "cariño, me duele la cabeza, conecta el robot y déjame dormir" serán el pan nuestro de cada día. O, como dice Levy: "¡Imagínenselo: sexo a voluntad las 24 horas del día, los siete días de la semana!". Un lujo que estará al alcance de todos en forma de robots a la carta: los clientes podrán escoger las características físicas de su androide, su edad aparente (de 0 a 99 años) y también su sentido del humor o su forma de comportarse en la cama.
Por lo pronto, el avance más importante ya está logrado: hace tres años, el investigador coreano Kim Jong-Hwan desarrolló cromosomas artificiales, un código de computadora equivalente al ADN humano que, entre otras cosas, permitirá a los robots sentir lujuria.
Programadas para gemir
De momento, tenemos que conformarnos con las Honeydolls, unas muñecas fabricadas por la compañía japonesa Axis que son capaces de besar, gemir (emiten cuatro tipos de jadeos, según donde toques) y propinar espectaculares felaciones con sus boquitas elásticas.
Dotadas de carnes flexibles de resina y silicona muy parecidas a las de las mujeres de carne y hueso, las Honeydolls son preciosas chicas con unas medidas casi perfectas (87-57-83), baja estatura (1'56 cm.) y peso pluma (29 kilitos). De momento no las hay más grandes, aunque sí se puede elegir su color de pelo y sus rasgos faciales. Tampoco se mueven solas, pero poseen articulaciones que las hacen adaptables a todas las posturas del kamasutra.
Algo más sofisticados y vivarachos son losFirst Androids, muñecos y muñecas de tamaño natural capaces de menear la pelvis y mover la cabeza adelante y atrás con resultados muy estimulantes.
Punto y aparte merecen las increíbles Fucking Machines -literalmente, "máquinas de follar"- orientadas al público femenino. Se parecen más a Cortocircuito que a Brad Pitt pero, con sus rítmicos movimientos y sus multiorgásmicas vibraciones son capaces de satisfacer a las damas más insaciables, de Los Ángeles a Sodoma.
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