Pasear estos días por Hong Kong es como caminar por una ciudad abducida, enajenada por el cotilleo. La culpa la tienen un centenar de imágenes que han aparecido en la red y que muestran a media docena de las actrices y cantantes locales más famosas de la isla en diferentes grados de desnudez, antes, durante y después de mantener relaciones sexuales con un guaperas y famosete local, Edison Chen.
El escándalo por la publicación de las fotos ha sacudido, como un terremoto, la industria del entretenimiento en la ex colonia británica.
Pero el desarrollo de la saga, sobre la que han opinado hasta las autoridades políticas y eclesiásticas, se sigue con fervor en las humeantes cantinas de tallarines, acompaña a los ejecutivos y oficinistas en el metro, o copa pantallas de televisión y portadas de revistas.
Ni la salud de la economía mundial, ni el temporal de nevadas en China pueden competir con el debate que han desatado las fotografías, una especie de tira y afloja entre los partidarios de la anarquía en el medio de comunicación más libre y participativo de todos, y la policía, que trata de hacer cumplir la ley impidiendo, sin demasiado éxito, que las evidencias gráficas del escándalo se sigan extendiendo por internet.
En su papel de guardián de la moral pública, la policía ha efectuado ya una docena de detenciones, incluyendo al informático que 'saqueó' el ordenador portátil de Chen cuando éste lo llevó a reparar el año pasado.
Muchos hablan de lo inconsciente -o provocador- que hace falta ser para acostarse con la mitad del estrellato local y dejar por ahí alegremente discos duros con fotografías de estos encuentros. Quizás por eso, mientras su discográfica ganaba tiempo, señalando contra toda evidencia que las fotos eran falsas, lo primero que hizo Chen fue poner pies en polvorosa, marchar a Estados Unidos, y ponerse a cubierto de la que le esperaba.
Sola frente al chaparrón quedó Gillian Chung, que es el 50% de 'Twins', un dúo para adolescentes de Canto-pop, el edulcorado género musical que pone banda sonora a esta parte de Asia.
Tras aparecer varios días en las portadas de todas las revistas, con unas pudorosas bandas negras sobreimpresas como única vestimenta, Chung ofreció una rueda de prensa, llena a rebosar, en la que pidió perdón a sus fans por haber sido "demasiado inocente" y haber actuado "como una niña estúpida".
Pero el grueso del tormentón se desató cuando precisamente parecía que la isla volvía a la calma, con los 'malos' de la película en el calabozo, el protagonista masculino pidiendo perdón desde su exilio, vía blog, y la actriz principal redimida por las lágrimas ante las cámaras.
El goteo de nuevas fotos, con nuevas caras, sigue sin control, hasta el punto que el comisario encargado del caso ha anunciado que meterá en la cárcel a todos cuantos ayuden a propagar las imágenes.
Pero, ¿cómo controlar, no ya a los usuarios de Hong Kong, sino a los 200 millones de chinos que están exprimiendo el jugo del culebrón en foros y chats?
La semana pasada, varios centenares de internautas de la antigua colonia salieron a las calles para protestar por las detenciones y denunciar lo que consideran una violación de las libertades individuales.
Califican de "desmesurada" la reacción de una policía que, en un ciberespacio plagado de pornografía, y no toda legal, actúa sólo cuando el escándalo involucra a la "crème de la crème" de la farándula.
Hay quienes sospechan, incluso, que el celo especial de las autoridades por el caso se debe a que el manager de la mayoría de cantantes y actrices implicadas es el dueño del Emperor Entertainment Group, conocido en Hong Kong por sus coqueteos con las mafias. Disney ya ha cancelado un contrato con Chung, la del dúo Twins. Y tal y como apuntaba un internauta chino, a partir de ahora, "éstas estrellas pueden ir pensando en dedicarse al porno".
A juzgar por el frenesí que despiertan, tampoco les iría nada mal. Las revistas y periódicos locales se han visto obligados a imprimr ediciones especiales y aumentar un 30% las tiradas habituales por sacar una versión rebajada de las instantáneas originales.
En Hong Kong, encuentras a gente leyéndolos en todas las esquinas, aunque los más pudorosos tapan la portada o, al pasar delante del kiosko, echan una ojeada, rápida y canalla, a lo que hacen los famosos en la intimidad.
Lo más grave del embrollo es que a Chen, su temeridad le puede arruinar algo más que la carrera. Con las mafias dispuestas a "dar una lección" al joven cantante, como dicen los tabloides, sus abogados negocian ya con la policía protección permanente, durante las 24 horas. Eso, claro está, si con semejante panorama no se le han quitado las ganas de volver a Hong Kong.
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